Características generales del Vitalismo
La filosofía vitalista tiene
como primera distinción de las filosofías tradicionales entender la realidad
como proceso. Sin hacer metafísica tratan del ser en devenir, es decir, son
herederos de Heráclito. En lo antropológico la libertad es no sólo
característica de la voluntad, sino esencia del ser hombre. Además se abandona
el concepto tradicional de razón (abstracta, especulativa o científica) para
considerar la razón como vital o histórica.
El vitalismo marchará paralelo a otra corriente
filosófica que coincide con él en estas características y en la crítica a las filosofías
predominantes del siglo XIX (idealismo y positivismo). Ésta es el historicismo,
cuyo principal representante es Dilthey.
El vitalismo tiene dos principales manifestaciones la
científica y la filosófica.
·
La
primera de carácter científico cuyo principal portavoz es Hans Driesch, según
la cual es reacción contra el mecanicismo materialista que propugna la
reductibilidad de lo vivo a los procesos físico-químicos
de la materia inerte. Postula la existencia necesaria de un principio vital
ajeno a la materia que explica los complicados fenómenos de lo viviente.
·
La
segunda manifestación es de carácter filosófico, y es la que propiamente se
llama vitalismo o filosofía de la vida. A ésta se debe que la filosofía
consiguiera alejarse de las "intromisiones científicas" sobre todo de
las físicas; precisamente por remarcar el carácter diferenciado de las
realidades vitales no susceptibles de un tratamiento sólo matemático. También
se debe al vitalismo la reacción contra el racionalismo exagerado que supuso el
idealismo alemán posterior a Kant. Por estas razones los vitalistas exaltan:
1. La vida como realidad radical.
2. Ontológicamente, la vida es lo sustancial del hombre.
3. Gnoseológicamente, conocer la realidad prescindiendo
del razonamiento y utilizando la vivencia, la intuición que simpatiza con lo
que quiere conocer (más que razonar sobre las cosas hay que tener experiencias
vitales de ellas o con ellas).
4. Axiológicamente (filosofía de los valores) no hay otro
criterio para jerarquizar los valores, que determinan qué es lo bueno y lo
malo, más que la vida.
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